Somin no tardó en llegar al hospital. Y en cuanto Jungkook la vio, lo primero que hizo fue lanzarse a sus brazos y rompió en llanto.

Ella lo abrazó fuertemente, y no lo soltó mientras que hacía su camino hasta las incómodas sillas de la sala de espera.

-Cuéntame.- Susurró acariciando la espalda de su hijo.

-Dejé la maldita botella de cerveza en la cocina y él tomó de ella.- Se separó un poco de su madre y se limpió las mejillas toscamente. -Él acababa de tomar su medicación. Y todo fue mi culpa por dejar la cerveza allí e irme.- Mordió su labio con fuerza, mientras que de sus ojos salían más lágrimas.

-Jungkook, hijo, escúchame. No fue tu culpa, ¿vale? Tú no tenías ni la más remota idea de que Taehyung iba a hacerlo.-Somin peinó el cabello de la frente del rubio.

Jungkook apoyó su cabeza en el hombro de su progenitora, tratando de calmarse.

Vio como un hombre con bata blanca acercándose a ellos.

-¿Kim Taehyung?-